martes, 9 de abril de 2013

Jueves 11 de Abril: Conmemoración batalla de Rivas- Héroes Escazuceños

El jueves 11 de abril, a las 10am, se realizará acto cívico frente al Monumento de los héroes de Escazú de la guerra de 1856. Se cerrará la calle frente a la librería la leona.

PROGRAMA DE ACTIVIDADES

9:00 am.  Misa por los caídos en el Salón Parroquial.

9:30 am   Desfile de abanderados y pasacalle.

10:00 am Actos protocolarios:

ñ  Recibimiento de la Bandera de Costa Rica, acto solemne para izar nuestra Bandera. Por parte de la Fuerza Pública. 
ñ  Recibimiento de la Bandera de Escazú. Acto solemne para izar la Bandera de Escazú. Por parte de la Policía Municipal.
ñ  Entonación del Himno Nacional de Costa Rica
ñ  Entonación del Himno de Escazú. 
ñ  Apertura de Sesión Extraordinaria del Concejo Municipal de Escazu. Señor Max Gamboa.
ñ  Oración por parte de los Curas Párrocos de Escazú.
ñ  Palabras del Señor Carlos Jiménez, Teniente de la Fuerza Pública de Escazú.
ñ  Palabras del Msc. Randall Durante, Asesor Supervisor Circuito 03 de Educación.
ñ  Participación Artísitca del Grupo Infantil de Baile Folklórico Hechizos.
ñ  Palabras de la Alcaldía Municipal.
ñ  Participación artísitca del Grupo de Teatro Fenómenos.
ñ  Palabras del Presidente del Concejo Municipal, señor Max Gamboa.


11:00 am  Presentación de la Cantata 1856, por parte del Artista Escazuceño Dionisio Cabal A.

Entonación del Himno a Juan Santamaría y A Los Héroes de Escazú.

12:00 pm Cierre de la Sesión Extraordinaria, Señor Max Gamboa.





 Dice la Historia: Durante la guerra contra los filibusteros de 1856-1857, Escazú fue una de las comunidades que dio un gran aporte con el envío de una legión de soldados al mando del comandante Mercedes Guillén, que dieron una gran batalla en la derrota a las huestes de William Walker. Escazú aportó ciento veintiséis soldados a la campaña, de una población aproximada de cuatro mil habitantes en esa época, siendo la segunda en aportar mayor cantidad de soldados al ejército. Entre los escazuceños hubo cincuenta y siete muertos y catorce heridos, que corresponde a un 32% por ciento del total nacional, convirtiéndose en la comunidad con más muertos en esta guerra y la segunda con más heridos, luego de San José. Hubo dos oficiales escazuceños: el Capitán Miguel Herrera, quien era Tesorero del Ejército y fue herido en la Segunda Batalla de Rivas, y el Teniente Mercedes Guillén, quien salió ileso de la guerra. En dicha batalla hubo un total de treinta y ocho muertos escazuceños, que representan el 27% de todos los muertos en esa batalla.

Fuente: http://es.m.wikipedia.org/wiki/Escazú#section_2




Los héroes escazuceños que lucharon por la libertad

El monumento simboliza el sacrificio de nuestros antepasados escazuceños por preservar la libertad.




Artículo principal - Edición Nº 181 - Abril de 1996
Marco Antonio Roldán

El 15 de setiembre de 1895 se inaugura en San José el Monumento Nacional. Cien años después, en la misma fecha, se estrena en Escazú un monumento dedicado a los héroes escazuceños que participaron en la Campaña Nacional 1856-1857, donde muchos de ellos ofrendaron su vida por defender la libertad, cuando nuestro país se encontraba amenazado por la invasión de los filibusteros.

La obra, construida en el exterior de la iglesia de Escazú, tiene una placa en la que aparecen los nombres de 79 escazuceños, quienes al mando del comandante Mercedes Guillén, lucharon en los campos de batalla durante la guerra que se prolongó durante más de un año, y que tuvo como escenario el sector fronterizo de Nicaragua y Costa Rica.

El capitán Mercedes Guillén, nativo de Escazú, jugó un papel trascendental en este conflicto, tanto así, que algunos historiadores se cuestionan quién fue más importante si Juan Santamaría o este hombre.

El comandante Guillén fue una persona sin ningún poder político ni económico, no obstante, dada su gran capacidad e inteligencia, logró ser capitán, honor que solo alcanzaban personalidades de alto rango, como los grandes cafetaleros. Este señor fue imaginero (escultor de imágenes), creando en el siglo pasado la imagen del Cristo yacente, que hasta el día de hoy se conserva en la parroquia de Escazú y que se lleva en el Santo Sepulcro en la procesión del Viernes Santo.

Escazuceños valientes, la mayoría de ellos campesinos humildes, atendieron al llamado del presidente Juan Rafael Mora, y con sus fusiles en mano defendieron la libertad de nuestra nación. Algunos fueron gravemente heridos, otros murieron en la batalla o sucumbieron víctimas de la peste del cólera.

La historia cita casos como el de Ambrosio Herrera y Trinidad Hernández, quienes murieron de un balazo en la cabeza, y el de Julián Angulo, quien fue herido en el brazo.

El cantón que más hombres aportó a la campaña fue Escazú, siendo en ese entonces su territorio de gran tamaño, pues comprendía lo que hoy es Santa Ana, Mora y Puriscal.

En la batalla de Rivas, el 11 de abril de 1856, el total de caídos fue de 136 soldados. El mayor contingente fue de Escazú con 38 hombres muertos.

Como consecuencia de la epidemia del cólera, perecieron en la campaña y en el camino de Nicaragua a Costa Rica, un total de 13 escazuceños. El soldado José Echavarría, de Escazú, murió de camino para Rivas, ahogado en el Golfo de Nicoya, en marzo de 1856.

En la batalla del 11 de abril de 1857 y en el fuerte de San Carlos, fallecieron 4 soldados de nuestro cantón. En síntesis, 56 escazuceños murieron en la Campaña Nacional, según consta en el libro de defunciones del capellán del ejército, Pbro. Dr. Francisco Calvo.

Durante la inauguración del Monumento Nacional, el 15 de setiembre de 1895, el Gobierno de la República honró a los héroes de todo el país, en la persona de alguno de sus descendientes directos, con una medalla de plata del tamaño de una moneda actual (1996) de cinco colones. En el anverso de la misma aparece la reproducción de esta obra del escultor francés Louis – Robert Carrier Belleuse, con la siguiente leyenda: Monumento Nacional — 15 de setbre.—1895 y en el reverso: A las soldados de las campañas de 1856-1857 —La Patria Reconocida—.

El monumento

La idea de construir el monumento fue una iniciativa del cura párroco de Escazú, Pbro. Walter Howell Castro, quien un día leyendo el libro “Los muertos de la Campaña Nacional 1856-1857”, de Monseñor Sanabria, publicado en 1932, se entero que más de la cuarta parte de los soldados que murieron en la batalla de Rivas eran de Escazú. Esto le hizo pensar como es que nunca se hubiera levantado un monumento en homenaje a tan heroicos escazuceños.

Esa misma inquietud había sido planteada años antes por el historiador Jorge Montoya, por medio de las páginas del desaparecido periódico local “El Brujo”.

El sacerdote, conjuntamente con el Club de Leones, la municipalidad y el historiador Prof. Jorge Arturo Montoya Alvarado, decidieron poner en marcha la construcción de la obra.

Revisando los folios de marina y guerra de Archivos Nacionales, y con datos del Museo Juan Santamaría, la Biblioteca Nacional y fuentes secundarias, el Prof. Montoya logró reunir una lista de 80 escazuceños que habían participado en la gesta heroica, y quizás se hubieran podido conseguir más, pero como se tenía previsto inaugurarlo el 15 de setiembre de 1995, el tiempo no fue suficiente.

El financiamiento se consiguió por medio del Club de Leones, quien puso a la venta bonos de ¢500, ¢1000 y ¢2000, recolectando de esta manera el dinero necesario. La mano de obra la aportó el municipio y el singular diseño lo creó el padre Walter.

La “Josefa”

La campana que adorna el monumento es una verdadera joya del pasado. Se llama “Josefa” y fue regalada a la parroquia por el Pbro. Dr. José Zamora en 1902. “Josecito”, como le decían al padre Zamora (de ahí el nombre de la campana), fue cura párroco de Escazú de 1873 a 1882, y por su carácter bondadoso era muy querido por sus feligreses, por lo que él, en retribución al cariño que le tenían, quiso dejarles este recuerdo.

La “Josefa”, construida totalmente de hierro en los talleres de Obras Públicas del Gobierno de Costa Rica, permaneció varios años en el campanario de la iglesia, hasta que alguien, no se sabe quién, la tocó cuando estaba sonando y se quedó muda (una campana no se puede detener bruscamente con las manos cuando está sonando porque se daña.) Se dice que su tañido se escuchaba en Guachipelín y aun en Santa Ana.

Colaboró en la elaboración de este artículo el Prof. Jorge Arturo Montoya Alvarado, con datos históricos.



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